Japón es un país que, en algún momento de nuestra vida, nos habrá llamado la atención de algún modo. Y no es para menos, ya que es un lugar emblemático por varias razones: su cultura, sus hogares, su lengua, su tecnología, su gastronomía, el manga y el anime, la diversidad de sus ciudades…
Sin embargo, desde FSL nos queremos centrar en Nara, la ciudad de los templos y los ciervos. Este espectacular lugar acoge a alrededor de 1.200 ciervos que pasean libremente entre turistas y vecinos.
Dedicar una tarde a pasear por el parque de Nara y alimentar a estos simpáticos mamíferos es una manera ideal y original de llevarnos un recuerdo inolvidable de Japón. Además, los ciervos no son el único atractivo de esta singular localidad, sino que también nos llamará la atención por sus templos y santuarios. Si elaborásemos una lista sobre los mismos sería larga y tendida, habría que incluir el santuario Kasuga Taisha y los templos de Shin-Yakushiji, Kofukuji y Todaji. Este último es en el que nos vamos a centrar.
El templo de Todaji es uno de los más populares entre los turistas. Si nos animamos con un tour, nuestra visita comenzará en la puerta Nandaimon, bien custodiada en sus flancos por dos guardianes Nio (según la tradición eran los protectores de Buda) y continuará en su salón principal, el Daibutsuden, que es el edificio de madera más grande del mundo. En su interior, nos encontraremos la emblemática estatua de 16 metros de altura y 500 toneladas del gran buda de Nara.
Cuenta la leyenda que, si conseguimos entrar por la nariz del Buda, llegaremos a la cabeza y conseguiremos su sabiduría e iluminación. Para no impedir a multitud de visitantes conseguir tal virtud, una de las columnas de detrás de la escultura cuenta con una abertura por la que se puede pasar para conseguir el mismo efecto sin tener que escalar.
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